El 19 de febrero del año pasado un hombre dejó un mensaje intimidatorio en el buzón de voz de una mezquita de Miami en el que se podía oír cómo amenazaba con asesinar a todos sus miembros.
“Odio a los musulmanes. Son terribles. Voy a ir hasta allí y les voy a disparar a todos. Odio su Dios, su Corán y todo sobre el Islam”
es lo que decía el atacante al Centro Islámico Masjid, en Miami Gardens.
“Ustedes no valen un carajo. Váyanse al infierno”.
Este mensaje bastó como principal prueba para que Gerald Wallace, que era guarda de seguridad de la cadena de supermercados Winn-Dixie de Miami, fuera arrestado ocho días después y acusado de obstrucción a la creencia religiosa y también de haber cometido un delito de odio, por los que se enfrentaba a una condena que llegaba a los 25 años de prisión.
Pero este miércoles le condenaron únicamente a un año y un día de cárcel en la Corte Federal del Distrito Sur de Florida, además de tres años de libertad condicional.
Wallace se declaró culpable y confesó que desde el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2011 siente un “odio profundo” por los musulmanes, especialmente por aquellos que viven en Estados Unidos.
El hombre también le dijo a la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) que ese 19 de febrero de 2017 llamó a amenazar a ese Centro Islámico cuando escuchó una noticia sobre terrorismo y musulmanes que le enfadó.
El imam, el Dr. AbdulHamid Samra, dijo a la agencia AP que: “Estamos muy irritados y preocupados por el mensaje que dejó y nuestra congregación tiene mucho temor”, a lo que añadió que: “este tipo de personas hay que tenerlas lejos de cualquier lugar que amenacen”.
Sin embargo, esta no era la primera vez que Wallace había amenazado a esa mezquita. Ya lo había hecho en otra ocasión, concretamente en diciembre del 2015 a través de un correo electrónico en el que decía que quería “matar a todos los musulmanes”.
“El Islam es un cáncer, una enfermedad, una desgracia para la humanidad, Quiero matar a todos los musulmanes en todo el mundo. Váyanse de vuelta a sus países de mier–. Ojalá todos mueran”, decía aquél correo electrónico.
Aunque la mezquita denunció el correo, solamente se le arrestó pasados dos años, que fue cuando hizo la llamada en la que dejó el mensaje de voz amenazante.
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