Militares de Birmania violan y torturan a mujeres rohingya
Las mujeres rohingya han presentado denuncias de agresiones sexuales, golpes y torturas por parte de fuerzas de seguridad birmanas.
Más de 600,000 refugiados rohingya han huido a Bangladesh para escapar de una ofensiva del ejército birmano descrita por la ONU como «un ejemplo de limpieza étnica».
Sunuara, de 25 años, quien solo dio su nombre, huyó a la vecina Bangladesh después de que su pueblo fue atacado el 25 de agosto.
Dijo que antes de irse, tenía una buena vida y era propietaria de vacas, automóviles y arrozales.
Un día, militares y soldados llegaron a su casa, cuando su esposo estaba en otro pueblo con parientes y sus otros hijos estaban con sus padres.
Dijo que delante de sus ojos dispararon a su hijo en el estómago y lo decapitaron.
Sunuara, que estaba embarazada de ocho meses en ese momento, fue atada a una cama y violada por nueve hombres durante seis horas.
Perdió el conocimiento y cuando despertó, su esposo y su hermano la encontraron. La llevaron a la frontera de Bangladesh donde dio a luz en un hospital. Al día siguiente el bebé murió.
Roshida Begum, de 22 años, escapó de la aldea de Tula Toli en Birmania a fines de agosto.
Se acusa a los militares de bombardear con gasolina su aldea e incendiar casas, disparando a cualquiera que veían en el lugar.
Roshida trató de esconderse en la orilla del río con otros, pero los militares la encontraron. Su esposo nadó y escapó.
Dijo que los soldados dispararon a los niños y arrojaron bebés y niños al río, y que además les quitaron las joyas a las mujeres y las hicieron arrodillarse hasta el cuello en un estanque.
Roshida recuerda un helicóptero que circulaba sobre su cabeza en ese momento.
Luego, los militares llevaron grupos de cuatro o cinco mujeres a las casas y las violaron, incluida Roshida. Dijo que su bebé, que solamente tenía 25 días, fue arrojado al suelo y asesinado.
Después de que los hombres terminaron, dijo que les cortaron el cuello a las mujeres con machetes e incendiaron la casa. Roshida sobrevivió y escapó, escondiéndose en un campo de arroz hasta que encontró a otra mujer, y juntos cruzaron a Bangladesh.
El esposo de Roshida la encontró en una clínica de MSF y los trasladaron a un campamento. En el ataque, ella dice que ha perdido a 17 miembros de su familia, incluyendo a su madre, padre y hermano.
«En Bangladesh, a veces soy feliz, pero luego veo a un anciano y extraño a mi padre, o veo a una mujer con un bebé, y extraño a mi hijo».
«No puedo evitar llorar. Quiero justicia del mundo, ¿por qué mataron a mi madre, a mi padre y a mis hermanas?
«Espero que el mundo me de justicia». Mataron a mis padres y parientes sin ningún motivo».
Mumtaz Begum, de 30 años, también huyó de la aldea de Tula Toli.
Corrió y se escondió, pero a su esposo le dispararon. Mientras yacía moribundo, ella le dijo: «He vivido muchos años contigo, si cometí algún error, por favor, perdóname».
Dijo que estando su esposo lastimado de gravedad, les pidió agua a los soldados pero que ellos le dispararon nuevamente.
Mumtaz fue llevada a una casa con algunos de sus hijos y allí la violaron. Cuando los niños gritaban, les golpeaban con machetes. Los soldados luego prendieron fuego a la casa.
Logró escapar de las llamas pero sufrió graves quemaduras y se escondió en un bosque hasta que un grupo de personas la encontró y la llevó a la frontera.
Dijo:
«Quiero justicia y quiero decirle al mundo todo lo que hicieron los militares».
«Nos violaron y mataron. Queremos justicia.»
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