El precio del postureo islamófobo

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Si antes para destacar en la sociedad necesitabas mucho tiempo, esfuerzo y energía para merecerte el mérito y la aprobación social, ya sea por la publicación de un libro, una investigación de una tesis doctoral después de 10 años de estudio e investigación, la creación de un medicamento que va a dar solución a una enfermedad determinada, la creatividad de un artista, la habilidad de un deportista o cualquier otro mérito que sea merecido.
Hoy en día, cualquier cosa vale para ganar fama: colgar un video haciendo la gamba, fotos íntimas pasadas por filtros de Snapchat acompañada de una frase de copia-pega (no vaya a ser que se vea un grano, una cana o la cara real), o conducir un Ferrari que has alquilado o te han dejado para ese momento de postureo y de “gloria” (Eso si no haces alguna locura en la carretera) o una lista muy larga de tonterías que ganan millones de reproducciones gratuitas. Dejarse seducir por aplausos fáciles de gente anónima, es fácil. Pero ¿a qué precio? ¿a costa de qué y de quién? Para hacer llegar un mensaje y destacar en las redes virtuales no hace falta pisar cabezas, desacreditar a los demás, o pisar a un colectivo que no tiene los medios suficientes para defenderse.
Mi crítica no es a la fama, ni a la falsa satisfacción que se gana con ese minuto de gloria del postureo. Por mí, como si alguien se graba tirándose de un pino, mientras no haga daño a los demás, cada cual es responsable de sus acciones y cada cual sabrá dónde y cómo gastar/invertir su tiempo, si en trabajar, en estudiar, en la familia, en regar sus plantas, en sacar a su mascota, en la educación de los/as hijos/as y todas esas cosas que se hacen en la vida de la realidad o en las redes virtuales o en todo a la vez. Y olé por quienes consiguen compaginar todo.
El problema no es este, el problema es cuando el postureo hace daño o se ceba con alguien, con un colectivo, sobre todo si es con una minoría. En este sentido me parece alarmante la islamofobia de la red social, hay mucho loco islamófobo suelto por ahí (y locas que también las hay) que se está cebando con todo lo que para él es: “lo musulmán” y “lo árabe”.

Y la gente que le sigue sin apenas ser consciente de lo que está haciendo es aplaudiendo bulos y difundiendo rumores, ¡cuidado! Que si lo dice twitter o whatasap es más creíble que la ciencia. Y si ya es imagen… es verdad, verdadera como la captura de alguna imagen de no sé qué país, y en no se cual contexto. Da igual. Lo importante es que rule. Y cuanto más rule, mejor. No que sea verdad. ¿Para qué? La verdad no interesa. Ya lo decían los alemanes de la época nazi: “basta que una mentira repetida adecuadamente mil veces, para que se convierta en verdad” ¿nos suena? Pues esto se fomenta cada vez que reproduces, das publicidad o difundes a un personaje que está ahí para dar la nota, para ganar fama al precio que sea.

Lo que interesa son los “me gusta” , el protagonismo para cubrir ese complejo de inferioridad o la falta de autoestima. Sino que alguien me explique porqué unos quieren dar la nota, pisando a los demás o aprovechando alguna situación.
Existe en la redes sociales una islamofobia brutal que ancha a sus campas inventado y difundiendo rumores que son fruto de una vieja islamofobia muy made-in-spain que ya conocemos : “que si los moros quieren invadir España” – “ que si a las mujeres nos cambian por camellos y nos obligan a vestir el velo” y chorradas varias, (que vale, que ya sois muy cansinos con lo del velo) o la nueva islamofobia: compartir y dar difusión a falsas noticias como por ejemplo: “que si un marroquí ataca a dos policías en Barcelona con un Kalasnicov” , siendo que el agresor es español hasta la médula, pero claro como tenía “pinta” de “moro” todo vale para difundir la desinformación, mejor dicho, mal-informar. Y así fue como se difundió en menos de 3 horas, más de 150.000 reproducciones en varias redes sociales. Un inciso: la noticia ha sido ya desmentida en La Gaceta. Pero, nos da igual, el daño, ya está hecho. La gente no se para a verificar, no hay tiempo, la dosis de islamofobia diaria ya está inyectada en las venas, los islamófobos no buscan ni se preocupan basarse en la verdad. Todo vale. Si no hay enemigos, a inventarlos. Todo por el aplauso fácil, el postureo, el dar publicidad a su medio, vender noticias, colarla… y quedarse tan pancho.
Mi objetivo en este artículo no es explicar los detalles y causas de la islamofobia porque para ello necesitaríamos varias conferencias y tocar varios factores que tienen que ver con la política internacional y la geoestrategia ( y no de religión ) porque la fobia no es al islam-académico verdadero, el del Corán ( ese aún no se conoce, porque las mayores obras islámicas, apenas están traducidas al español) más bien a un islam-popular mal practicado por algunos musulmanes o un islam-mal-contando y retroalimentado por gentucilla que sólo bebe de las tabernas de Twitter.
Tampoco mi crítica va dirigida al postureo, ya que a veces la tontería, hasta nos hace gracia. Más bien, lo que no podemos tolerar es el postureo ilícito e ilegal, que incita al odio. Y que además es delito y hay que denunciarlo. Si no, decirme cómo no reírse de la última payasada islamofóbica más tontuna del año: la de dos graciosillos de turno en Canadá, que para vivir del cuento y ganar seguidores, se disfrazan de supuestos “musulmanes” (claro, lo que no saben o ignoran es que de lo que iban eran disfrazados de saudíes, con abayas y niqab negro,- como no podía ser de otra manera – aunque me pregunto si ¿sabrán lo que es una abaya? ¿sabrán que no se puede tapar la cara dentro de la mezquita?) se graban y hacen llamamientos a entrar a mezquitas para supuestamente “espiar” a “los musulmanes” en plan inquisidores, porque claro con tanta propaganda y rumores anti-islam, igual creen que escondemos algo debajo de las alfombras de las mezquitas, igual encontrarían polvo y todo, vete tú a saber… Seguro que, si hubieran entrado por la puerta y con quitarse los zapatos hubiera sido suficiente, hasta les hubieran ofrecido un té, dátiles y lo que haga falta, porque así es como los/as musulmanes/as tratamos a los/as visitantes, con amabilidad, respeto y mucha hospitalidad. El huésped es sagrado. Pero claro, esto hubiera sido lo “normal”, y con eso, no se ganan seguidores en youtube, es más fácil el hacer el tonto, para vivir del cuento contando milongas al personal que se deja engañar. Porque si hicieran algo por la humanidad, no creo que tengan tiempo para estas tonterías.

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